La Desconocida de Nuria - II by vircoph, literature
Literature
La Desconocida de Nuria - II
Nuria seguía llorando. Le dolía con horror, lo podía sentir. Quise abrazarla, pero en aquella ocasión intentó apartarse. Me quedé un poco atónita, pero no me dio tiempo a protestar.
-En aquel momento, yo estaba allí, sola, en la parte de atrás del coche, deseándolo a mi lado y con una despedida encima. Me quejé, le dije que no podía irme, que no sabría vivir sin él. De nuevo habló, mientras sonreía: "Esta mañana tenias la determinación tomada, ¿verdad? Tu tío quiso que fuera yo quien viniera. Lo quería para que tanto tú como yo dej&
La Desconocida de Nuria - I by vircoph, literature
Literature
La Desconocida de Nuria - I
-¡Estoy deseando salir esta noche!
La euforia de Nuria contrastaba con mi preocupación. En mi mundo particular todo eran problemas. En el de Nuria parecía que tan solo había sitio para la diversión.
-Genial... musité. No tenía ni ganas de salir ni pelas para hacerlo.
-Oye... ¿Estás bien? Nuria se paró, me miró y me detuvo.
-Sí, estoy bien. Pero... ¿Tiene que ser esta noche?
-Sí, por favor.- Sonreía. Laura... hace lo menos dos años que no nos vemos y ahora que por fin volvemos a estar juntas lo que más me apetece es salir de marcha.
La súbita risa de Tambi la sobresaltó. Y por varios motivos: el primero, por que el tiempo parecía haberse detenido desde hacía un rato en aquella habitación para que solo existieran ellas dos, en silencio. El segundo, por que no recordaba haber oído reír a Tambi jamás. El tercero fue por que aquella risa inesperada y franca le pareció maravillosa, un auténtico regalo.
-Quizá solo sea un sueño- Pensó, en un murmullo indescifrable. Durante un segundo el temor de que así fuera se hizo real, y asustada, Casey se negó a abrir los ojos, mientras se apretujaba m
-Hay una mancha en el techo. Pensó Tambi. Y la observación era tan sumamente estúpida que se echó a reír. Casey se agitó, sorprendida, pero no llegó a despertarse. Murmuró algo inteligible y la estrechó un poco más fuerte como si ella fuera un osito de peluche gigante y la rubia quisiera impedir que escapara, acurrucándose aún más si cabe a su lado.
Tambi sonrió, divertida. La situación seguía pareciéndole surrealista, irreal. Tenía la sensación de que todo aquello o bien era un sueño o se trataba de alguna treta que tarde o
Hay algunas cosas que, inevitablemente, Hermione NO soporta. Una de ellas es la gente que destroza el silencio en la biblioteca (especialmente si solo lo hace por amor al arte). Otra es que le lleven la contraria cuando SABE que lleva razón.
Y sin lugar a dudas, si algo saca de sus casillas a Hermione son las tonterías. O lo que ella considera tonterías. Y eso incluye muchas de las cosas sobre a las que Luna le gusta hablar. O lo que es todavía peor: sobre las que se cree una experta. Y teniendo en cuenta que su padre posee y dirige la más absurda de las publicaciones para magos sobre temas estrambót
Otra vez en el mismo lugar, a la misma hora, con la misma sensación de soledad. El sonido de las olas estampándose contra las rocas en la oscuridad que sigue al crepúsculo. La brisa fría y amenazante arremolinándose sin sentido a su alrededor, aleteando su vestido y su pelo oscuro. La Vara de Uno aferrada, como si su vida dependiera de ella, hasta emblanquecerse los nudillos de las manos. Y ella allí, sentada en un pedrusco sobre el acantilado, totalmente sola y con la terrible sensación de haberse equivocado como nunca debió hacerlo.
Desde la traición de Alex y la muerte de sus padres, desde que
La estación estaba desierta cuando me apeé con gran esfuerzo del vagón, ya que nadie se había preocupado de ayudarme a bajar todo mi equipaje al andén. Arrastré con dificultad la última maleta antes de oir un potente silbido tras el cual el tren se puso de nuevo en marcha. Lo observé alejarse rápidamente entre las montañas hasta que se perdió de vista en la primera curva. Miré a mi alrededor y suspiré. Estaba solo.
Hacía apenas un mes que había perdido a mis padres en un accidente de coche y todavía conservaba intacto el recuerdo de la última vez que les hab
El Maleficio de la Inexperiencia. (Versión Original)
Desperté molesto por un ruido constante. No sabía dónde me hallaba ni qué hacía allí. Estaba completamente absorbido por el molesto ruido y el miedo me bloqueaba. A tientas, y más por instinto que por otra cosa, busqué y accioné la lamparita que había cerca de mí, pero inútilmente. No se hizo la luz. Seguía rodeado de la penetrante oscuridad. Empecé temblar, mientras me empapaba un sudor frío.
No intenté levantarme. En aquella situación temí incluso estar atado a aquella cama. O aún peor, no ser capaz de sentir las ligaduras, tener los sentidos demasiado mermados. De repente, un agudo do
Otra vez las once. Como cada noche, terminaba de cenar y recogía los platos que había ensuciado junto a sus compañeras de piso, los fregaba y esperaba. Cada noche la misma paciencia y el mismo fervor. Con el mismo miedo a que, precisamente hoy, no la llamara. ¿Y qué si no lo hacía? ¿Y qué...? No lo sabía exactamente. Nuria no lograba entenderlo pero no quería concebir un "porqué" a aquella necesidad. Pero deseaba que el teléfono sonase, quería escuchar su voz. Aunque ni ella misma se lo reconociese.
Pero parecía que aquella noche sería la primera desde que se conocieran que se iría a dormir sin sus dos besos de despedida y el "buenas noches
La Desconocida de Nuria - II by vircoph, literature
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La Desconocida de Nuria - II
Nuria seguía llorando. Le dolía con horror, lo podía sentir. Quise abrazarla, pero en aquella ocasión intentó apartarse. Me quedé un poco atónita, pero no me dio tiempo a protestar.
-En aquel momento, yo estaba allí, sola, en la parte de atrás del coche, deseándolo a mi lado y con una despedida encima. Me quejé, le dije que no podía irme, que no sabría vivir sin él. De nuevo habló, mientras sonreía: "Esta mañana tenias la determinación tomada, ¿verdad? Tu tío quiso que fuera yo quien viniera. Lo quería para que tanto tú como yo dej&
La Desconocida de Nuria - I by vircoph, literature
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La Desconocida de Nuria - I
-¡Estoy deseando salir esta noche!
La euforia de Nuria contrastaba con mi preocupación. En mi mundo particular todo eran problemas. En el de Nuria parecía que tan solo había sitio para la diversión.
-Genial... musité. No tenía ni ganas de salir ni pelas para hacerlo.
-Oye... ¿Estás bien? Nuria se paró, me miró y me detuvo.
-Sí, estoy bien. Pero... ¿Tiene que ser esta noche?
-Sí, por favor.- Sonreía. Laura... hace lo menos dos años que no nos vemos y ahora que por fin volvemos a estar juntas lo que más me apetece es salir de marcha.
-Quiero quedarme...
-No, no puedes. No es precisamente una de las clases más entretenidas la de física...
-Pero es que ahora no me apetece irme...
-Pues espérame en la cafetería...
Las dos muchachas entraban en una de las aulas de la universidad antes de la hora. Era una aula grande, escalonada, pensada para albergar lo menos a un centenar de alumnos en diferentes líneas de pupitres, pegados unos a otros en largas filas de cabezas y de mentes pensantes y no tan pensantes. Ocho filas, la siguiente siempre más arriba que la anterior, como en el cine. Y por el momento vacía. Nadie entraba tan pronto en un a
Otra vez las once. Como cada noche, terminaba de cenar y recogía los platos que había ensuciado junto a sus compañeras de piso, los fregaba y esperaba. Cada noche la misma paciencia y el mismo fervor. Con el mismo miedo a que, precisamente hoy, no la llamara. ¿Y qué si no lo hacía? ¿Y qué...? No lo sabía exactamente. Nuria no lograba entenderlo pero no quería concebir un "porqué" a aquella necesidad. Pero deseaba que el teléfono sonase, quería escuchar su voz. Aunque ni ella misma se lo reconociese.
Pero parecía que aquella noche sería la primera desde que se conocieran que se iría a dormir sin sus dos besos de despedida y el "buenas noches
El Maleficio de la Inexperiencia. (Versión Original)
Desperté molesto por un ruido constante. No sabía dónde me hallaba ni qué hacía allí. Estaba completamente absorbido por el molesto ruido y el miedo me bloqueaba. A tientas, y más por instinto que por otra cosa, busqué y accioné la lamparita que había cerca de mí, pero inútilmente. No se hizo la luz. Seguía rodeado de la penetrante oscuridad. Empecé temblar, mientras me empapaba un sudor frío.
No intenté levantarme. En aquella situación temí incluso estar atado a aquella cama. O aún peor, no ser capaz de sentir las ligaduras, tener los sentidos demasiado mermados. De repente, un agudo do
La estación estaba desierta cuando me apeé con gran esfuerzo del vagón, ya que nadie se había preocupado de ayudarme a bajar todo mi equipaje al andén. Arrastré con dificultad la última maleta antes de oir un potente silbido tras el cual el tren se puso de nuevo en marcha. Lo observé alejarse rápidamente entre las montañas hasta que se perdió de vista en la primera curva. Miré a mi alrededor y suspiré. Estaba solo.
Hacía apenas un mes que había perdido a mis padres en un accidente de coche y todavía conservaba intacto el recuerdo de la última vez que les hab
Otra vez en el mismo lugar, a la misma hora, con la misma sensación de soledad. El sonido de las olas estampándose contra las rocas en la oscuridad que sigue al crepúsculo. La brisa fría y amenazante arremolinándose sin sentido a su alrededor, aleteando su vestido y su pelo oscuro. La Vara de Uno aferrada, como si su vida dependiera de ella, hasta emblanquecerse los nudillos de las manos. Y ella allí, sentada en un pedrusco sobre el acantilado, totalmente sola y con la terrible sensación de haberse equivocado como nunca debió hacerlo.
Desde la traición de Alex y la muerte de sus padres, desde que
Hay algunas cosas que, inevitablemente, Hermione NO soporta. Una de ellas es la gente que destroza el silencio en la biblioteca (especialmente si solo lo hace por amor al arte). Otra es que le lleven la contraria cuando SABE que lleva razón.
Y sin lugar a dudas, si algo saca de sus casillas a Hermione son las tonterías. O lo que ella considera tonterías. Y eso incluye muchas de las cosas sobre a las que Luna le gusta hablar. O lo que es todavía peor: sobre las que se cree una experta. Y teniendo en cuenta que su padre posee y dirige la más absurda de las publicaciones para magos sobre temas estrambót
-Hay una mancha en el techo. Pensó Tambi. Y la observación era tan sumamente estúpida que se echó a reír. Casey se agitó, sorprendida, pero no llegó a despertarse. Murmuró algo inteligible y la estrechó un poco más fuerte como si ella fuera un osito de peluche gigante y la rubia quisiera impedir que escapara, acurrucándose aún más si cabe a su lado.
Tambi sonrió, divertida. La situación seguía pareciéndole surrealista, irreal. Tenía la sensación de que todo aquello o bien era un sueño o se trataba de alguna treta que tarde o